No estaba nerviosa, ni siquiera un poco, no quería ver a Leo
como un posible candidato a nada, no quería buscar de nuevo algo que terminase
en decepción, no quería plantearme siquiera entrar en otra relación tóxica de
la que a saber cómo saldría, no quería, o no podía…
Ese día hice lo de siempre, me levanté tarde y bajé a
desayunar…
-Buenos días –dije mientras bostezaba-
Pero no había nadie en la casa, así que me dirigí a la
nevera, seguramente habría una notita pegada en ella que explicaba, que ni mis
padres, ni mis hermanos estuvieran allí…claro…no me acordaba, mañana era el
cumpleaños del primo José, habrían ido a comprar el regalo.
No desayuné, simplemente me puse el bikini, cogí un par de
zumos, los metí en el bolso y escribí una nota:
-
Estoy en la playa con las chicas, volveré sobre
las ocho, besitos. Martina.
Mientras bajaba al garaje para
coger la moto, me empezó a sonar el móvil, era Paola seguro, siempre me llama
cuando va a salir de su casa para asegurarse de que yo también estoy saliendo,
y así nunca llega la primera y no tiene que esperar sola a todo el mundo.
-
Pao, estoy saliendo…
-
Vale, ¿puedes recogerme en mi casa? El coche de
mi padre ha decidido no funcionar exactamente hoy.
-
Claro, voy para allá, no tardo.
Soy la única de mis amigas que tiene moto…bueno, carnet, Ale
tiene moto y la utilizaba hasta que la multaron por no tener el permiso, pero
seguramente cuando a los padres se les olvide un poco el multazo, volverá a
cogerla, ella es así, nunca ha hecho demasiado caso a las leyes y es bastante
irónico tratándose de una futura estudiante de derecho, pero en fin, es Ale,
puedes intentar entenderla, pero jamás lo harás.
Salí a por Pao, ella vive dos calles detrás de la mía, en la
misma barriada, llegue, aparque mi vespa rosa metalizada y me quité el casco,
me estaba esperando en la puerta pero debía saludar a su madre, Alicia, es una
de las mejores amigas de mi madre desde la infancia, una de las razones por las
que, Pao, es una de mis mejores amigas también desde la infancia, es como si
fuera de mi familia, es más, podría asegurar y no creo que me equivocara que mi
madre la quiere como a una más de sus hermanas, y yo… pues como a una más de
mis tías.
-Hola Martina, que guapa estás –dijo con una sonrisa-
-Buenas, me ha dicho mi madre que esta noche cenáis con
nosotros ¿no?
-Claro, es sábado…
Todos los sábados cenamos con ellos, es como una tradición
familiar.
-Pues hasta esta noche entonces –dije mientras le daba un
beso-
-Cuidado con la moto, chicas. Pao, atenta al teléfono, seguramente
os recogerá tu padre Marti
-Perfecto –dijimos Paola y yo al unísono-
Arranqué la moto y me dispuse a ir a la playa.
Cuando llegamos estaba Alejandra esperándonos en la parada
del autobús, no sé por qué pero me preocupé, Alejandra es la persona más
impuntual que existe, no recuerdo cuanto tiempo hacía que no llegaba la primera
a ningún sitio y estaba segura de que ese brote de puntualidad no se debía a
nada bueno. Aparqué, nos bajamos y fuimos corriendo a ver que le pasaba.
-
¿Qué te pasa, Ale? ¿Tú llegando puntual?¿Tienes
fiebre? – dijo Paola con tono chistoso-
-
Chicas, me ha llamado Miguel…
-
¿¡Como?! ¿Y qué quería? –dije indignada-
Miguel era su ex, ya sabéis, el amigo de
Leo, la dejó hace 6 meses y se fue con otra. Ale es de las personas más alegres
que conozco, es risueña y se pasa el día sonriendo, y fue por ese tío, la única
vez que la he visto realmente destrozada. La dejó el día que hacían 5 meses,
por un mensaje, estábamos juntas en casa de Paola cuando de repente rompió a
llorar, no la había visto así jamás, ni siquiera cuando sus padres le dijeron
que se iban a separar, Alejandra no suele llorar, es una persona muy fuerte y
que nos transmite esa fortaleza a nosotras, pero Miguel la dejo bastante
tocada… Estoy segura de que ya no estaba enamorada de él, pero cuando te meten
el dedo en la yaga, duele, y Miguel era un experto en reabrir heridas.
-
Me ha llamado, al principio no quería cojerselo,
pero estaba segura de que si no lo hacía iba a quedarme con la duda y no sé que
sería peor, ya me conocéis, así que he estado hablando con él, me ha dicho que
solo quería saber como estaba, que en cierto modo me echaba de menos y que no
sabe porque llevaba unos días acordándose de mí, le he dicho que estaba genial,
que estaba todo superado y que si lo que pretendía era rayarme, una vez más, no
lo iba a conseguir…
-
Pero lo ha hecho… -pronuncio Paola en voz baja-
-
No sé, Pao, yo sé perfectamente que no quiero
volver con él, ni siquiera quiero verlo por lo que pueda pasar, pero no
entiendo porqué hace esto, no sé, a ver, el no me quería, me dejó de la manera más
cobarde que puedes dejar a una persona, y se fue con otra, ojala le vaya
genial, porque me alegro de corazón, pero que no venga a molestar.
-
Ale, no le des la importancia que no merece,
cualquiera en su sano juicio hubiese aprovechado la oportunidad de estar con
una niña como tú, ya perdiste bastante tiempo con él y más tarde, intentando
olvidarlo, y ahora que solo te queda una cicatriz de esa relación, no permitas
que vuelva a hacerte daño, eres una tía inteligente, y sé que no harás una
tontería.
-
Claro que no, pero…
-
Pero nada, no quiero volver a escuchar nada de
ese chaval, borra su número, bloquea sus llamadas o no sé, pero haz algo.
-
Hola, chicas –dijo Leo mientras abrazaba a Ale-
Leo era uno de los mejores amigos de
Miguel, pero jamás le dio la razón respecto al tema de Alejandra, porque
simplemente, no la tenía.
-
¿Pasa algo? –dijo con cierto tono de
preocupación –
-
Martina ,explícale tu, nosotras vamos a
comprarnos un helado, id bajando a la playa- dijo Ale-
Como aprovecha las situaciones,
es increíble.
-Es Miguel….ya sabes, tu querido
amigo…-dije con tono despectivo-
-Miguel es buen chaval…
-Pero no lo hizo bien con Ale, y
sigue sin hacerlo bien. Puedo llegar a entender aunque me cueste que no consiguiera
quererla, pero lo que me niego a comprender es que intente hundirla cada vez
que se aburre. ¿Por qué la llama? Es decir, el la dejó, esta con otra desde
hace 6 meses, se supone que está enamorado, ¿por qué la llama para decirle que
la echa de menos?
- Miguel y Luna no están bien…
-¿Y eso es culpa de Ale?
-No lo sé, mía tampoco eh…- dijo
mientras se reía- no me regañes a mi…
- No, no, lo siento, a ver, es
que este tema me pone de los nervios, Alejandra no merece estar así cada dos
por tres porque a Miguel no le vaya bien con esa tal Luna…
-Ya, está claro, se lo digo
muchas veces…pero bueno, dejemos este tema, y ¿tú qué? Es decir…¿estás con
alguien?
Llego la pregunta. Lo sabía, Leo
sabia la respuesta, y me miraba como si quisiera asegurarse, o como si quisiera
que saliese de mi boca la respuesta que ya conocía, asi que, le dije lo que
quería escuchar…
-No, no estoy con nadie.
- Me alegro –dijo mientras me
miraba a los ojos-
Es algo que me chocaba de Leo
desde el principio, a mi no me gusta mirar a los ojos, es como que siento que
incomoda, y él siempre que dice la verdad, te busca para mirarte a los ojos, es
como para que te des cuenta que no te está mintiendo...
-
¿Ah, sí? –dije riendo-
-
Sí.
- Y… ¿Por qué?
- ¿Por qué no?
Lo miré y sonreí. Hay ciertos
momentos en los que las palabras sobran por completo, y ese era uno de ellos…no
sé porqué sentía como si lo conociese de más tiempo, era como que había
desarrollada una confianza que no había tenido antes con ningún chico tan pronto.
Leo es una persona muy cercana, que te hace sentir cómoda, se lo había
escuchado varias veces a Ale, pero ese día lo comprobé.
Pusimos las toallas y clavamos la
sombrilla, mientras me tumbaba pude escuchar a Paola y a Ale discutir, como
siempre, son como el perro y el gato, chocan a menudo, son tan distintas y a la
vez tan iguales, no sé si me explico, que están constantemente debatiéndolo
todo.
-
Ya estas mejor por lo que veo ¿verdad? – dije
mientras le tiraba arena a Ale-
-
Sí, pero ya sabes que odio la arena.
-
Pues entonces tu sitio, irremediablemente, no es
la playa –dijo Pao-
-
¿Nos bañamos? – pronunció seria- el agua sí me gusta, chicas.
-
Vamos, ¿te vienes, Leo? – le dije mientras le
guiñaba un ojo-
Negó con la cabeza, y me lanzo
una sonrisa.
El agua estaba helada, pero hacia
tanto calor, que apetecía, así que no tardamos mucho en meternos.
-
Bueno, Martina, ¿Qué tal con mi amigo Leo?
-
Lo sabía…-dije echándole agua-
-
Te he visto como le guiñabas un ojo, no sé si
crees que somos ciegas, amiga.
Le conté lo que estuvimos hablando cuando
ellas estaban comprando un helado, no sé
para qué, porque ahora tendríamos tema de conversación.
En cierto modo me empecé a plantear lo de
Leo, es decir, puede que no hubiera tenido suerte con los tíos hasta entonces,
pero quien no arriesga no gana…
Salimos del agua, ya habían llegado los
amigos de Leo e íbamos a saludar.
-
¿Qué tal, chicos? –dijo Ale mientras le chocaba
la mano a uno de ellos-
Eran dos chicos, uno muy alto con los ojos azules, moreno,
el típico tío que entra por los ojos, se llamaba David, luego estaba Ignacio,
un chico de ojos verdes que no se apreciaban mucho detrás de esas gafas en las
que cuando se reflejaba el Sol se teñían y se hacían pasar por unas gafas de
Sol, siempre he odiado esas gafas, pero entiendo que es más cómodo para los que
las necesitan, en fin...
-Soy Martina-dije mientras sonreía y les daba dos besos a
cada uno- Encantada.
Se presentaron y estuvieron un rato hablando con nosotras hasta
que salió la pregunta…
-Oye, Martina… ¿estas libre? –pregunto curioso David,
mientras me sonreía-
- Que va, David, una pena.. –contesto Leo antes de que me
diese tiempo contestar a mi-
Me quede atónita, pero me emocione como hacía tiempo que no
lo hacía, no sé, parece una tontería, pero me ilusioné de verdad. No contesté,
prefería que se quedase con esa respuesta que tanto sorprendió a mis amigas.
-Me voy al agua ¿Quién se viene? –pregunte-
Y se levanto Leo, para venir conmigo.
-
Es listo mi amigo eh –me dijo mientras nos metíamos
en el agua-
-
Sí, pero no te supera –le dije mientras le
echaba agua-
-
Lo sé…
No sé porqué, pero creo que fue
ahí donde empezó todo, y no estoy segura si fue por cómo me miraba, o la confianza
que me transmitía pero empecé a verlo de otra manera, me trajo la ilusión que
aunque dijera que no, me hacia tanta falta, la ilusión que me robo Raúl cuando
se fue. Siempre he querido tener a alguien con el que no hicieran falta
palabras para comunicarme, alguien que con tan solo mirarme pueda ver mas allá
de mis ojos y saber como estoy, alguien que simplemente, me entienda, que no es
poco, que no le importe cuantos días este de mal humor, que le compensen mis días
de sonrisas y carcajadas, alguien que soporte mis malas caras, solo eso,
alguien que no se canse a los 5 meses y se pire, no quería liarme con nadie en
una discoteca sin saber ni siquiera su nombre, no quería un rollo de una semana
que acabe con un “estoy rayada, no sé lo que quiero” como han acabado tantos
otros, no hablo de casarme, ni de algo definitivo, sino un amor que contarle a
mis hijos y que aunque se acabe, aunque me enamore de nuevo de otra persona,
sigan brillándome los ojos cuando me acuerde de lo que vivimos, y sin duda, ese
era Leo, la persona que iba a marcar mis días, aunque por aquel momento, aun no
lo supiera, ni él, ni yo.
Fue un día increíble, que
recordaré toda mi vida como el principio de algo grande.