Lo que me aterra es decir que sí a algo que no podré cambiar mañana. Pensar en un sofá para toda la vida,en un crédito hipotecario,en una declaración conjunta,o en un 'esta tarde tenemos que hablar'. Buscar colegios y canguros,y pensar en un lugar para vivir cuando ya no tengamos pulso para sostener la magnum. Y de pronto todo ese terror se empieza a disfrutar como el looping de una montaña rusa. Y eso.. es la felicidad.
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